En la cárcel de Angol PF entrevistó al líder de la Coordinadora Arauco-Malleco del pueblo mapuche, Héctor Llaitul Carrillanca. El y sus compañeros -Ramón Llanquileo, José Huenuche y Jonathan Huillical- cumplen condenas de 15 años -Llaitul- y 8 años los demás, impuestas por un fallo de la Corte Suprema después de 87 días de huelga de hambre de estos cuatro dirigentes mapuches.
¿Qué balance hacen de la última huelga de hambre? ¿Alcanzaron los objetivos que se habían planteado?
“Lo primero a decir es que fue continuidad de la huelga de hambre de 2010 -que duró 86 días-. Tuvo como eje hacer frente a la Ley Antiterrorista y, en general, a la política represiva y de criminalización de la causa del pueblo mapuche. En esta segunda huelga de hambre se obtuvieron algunos objetivos, aunque reconocemos que han quedado pendientes otros que van a requerir de continuas movilizaciones. Se trata de la permanente lucha por la libertad de los presos políticos mapuches, de la exigencia de juicios justos y debido proceso para aquellos hechos que se relacionan con las movilizaciones mapuches.
Sostenemos que somos objeto de persecución política por ser parte del movimiento mapuche, y de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) en particular. Hemos vivido procesos políticos de parte del Estado chileno, representado hoy en el gobierno por los máximos exponentes de un empresariado comprometido en el conflicto mapuche. De hecho la resolución de la Corte Suprema, en nuestro caso, da cuenta en forma clara de cómo el poder de dominación en este país está alineado en defensa de los intereses de los poderosos. La Suprema dejó a firme una condena que es esencialmente política. No queda ninguna duda de qué lado está la justicia.
Sólo a modo de síntesis: con este fallo de la Suprema se consolida y perpetúa la ignominia e injusticia para con las demandas del pueblo mapuche. Se da luz verde a la criminalización de la protesta mapuche. Esto se traduce en persecución y represión hacia las comunidades movilizadas y los sectores mapuches más comprometidos en la defensa y recuperación territorial y política.
Insistiremos hasta el último día que estemos en la cárcel en que fuimos injustamente procesados y condenados. La justicia chilena se vio obligada a cometer deliberados errores judiciales en el marco de la persecución política desencadenada por los poderosos. Esto se refleja con claridad en el doble procesamiento que sufrimos; y en la aplicación de la Ley Antiterrorista -con sus testigos sin rostros- sin la cual no hubiésemos tenido condena. En un proceso fuimos absueltos y en el otro, por los mismos hechos, fuimos condenados. Estos fallos contradictorios pesarán para siempre en la jurisprudencia chilena.
La actuación de la Corte Suprema fue nefasta. Entendemos este fallo como resultante de la presión de los grupos de poder que operan desde el Ejecutivo y que tienen intereses creados en las zonas en conflicto. No hay que olvidar que este caso es una expresión de la lucha mapuche contra los intereses capitalistas forestales y mineros, contra la transnacional Endesa -dueña de las aguas del lago Lleu Lleu- y contra el empresariado inescrupuloso que pretende hacer inversiones turísticas de elite en esa zona. La Ley Antiterrorista se ha transformado en un engendro del fascismo para enfrentar las legítimas movilizaciones que emprendemos los oprimidos”.
“Lo primero a decir es que fue continuidad de la huelga de hambre de 2010 -que duró 86 días-. Tuvo como eje hacer frente a la Ley Antiterrorista y, en general, a la política represiva y de criminalización de la causa del pueblo mapuche. En esta segunda huelga de hambre se obtuvieron algunos objetivos, aunque reconocemos que han quedado pendientes otros que van a requerir de continuas movilizaciones. Se trata de la permanente lucha por la libertad de los presos políticos mapuches, de la exigencia de juicios justos y debido proceso para aquellos hechos que se relacionan con las movilizaciones mapuches.
Sostenemos que somos objeto de persecución política por ser parte del movimiento mapuche, y de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) en particular. Hemos vivido procesos políticos de parte del Estado chileno, representado hoy en el gobierno por los máximos exponentes de un empresariado comprometido en el conflicto mapuche. De hecho la resolución de la Corte Suprema, en nuestro caso, da cuenta en forma clara de cómo el poder de dominación en este país está alineado en defensa de los intereses de los poderosos. La Suprema dejó a firme una condena que es esencialmente política. No queda ninguna duda de qué lado está la justicia.
Sólo a modo de síntesis: con este fallo de la Suprema se consolida y perpetúa la ignominia e injusticia para con las demandas del pueblo mapuche. Se da luz verde a la criminalización de la protesta mapuche. Esto se traduce en persecución y represión hacia las comunidades movilizadas y los sectores mapuches más comprometidos en la defensa y recuperación territorial y política.
Insistiremos hasta el último día que estemos en la cárcel en que fuimos injustamente procesados y condenados. La justicia chilena se vio obligada a cometer deliberados errores judiciales en el marco de la persecución política desencadenada por los poderosos. Esto se refleja con claridad en el doble procesamiento que sufrimos; y en la aplicación de la Ley Antiterrorista -con sus testigos sin rostros- sin la cual no hubiésemos tenido condena. En un proceso fuimos absueltos y en el otro, por los mismos hechos, fuimos condenados. Estos fallos contradictorios pesarán para siempre en la jurisprudencia chilena.
La actuación de la Corte Suprema fue nefasta. Entendemos este fallo como resultante de la presión de los grupos de poder que operan desde el Ejecutivo y que tienen intereses creados en las zonas en conflicto. No hay que olvidar que este caso es una expresión de la lucha mapuche contra los intereses capitalistas forestales y mineros, contra la transnacional Endesa -dueña de las aguas del lago Lleu Lleu- y contra el empresariado inescrupuloso que pretende hacer inversiones turísticas de elite en esa zona. La Ley Antiterrorista se ha transformado en un engendro del fascismo para enfrentar las legítimas movilizaciones que emprendemos los oprimidos”.
La lucha continúa por diversos medios
Y ahora, ¿cómo continúa la lucha?
“La lucha continúa, no sólo desde nuestra realidad de presos políticos. También desde la movilización de las comunidades en conflicto y desde el proceso de acumulación de fuerzas que nos hemos propuesto las organizaciones en lucha.
La demanda territorial no está resuelta; por el contrario, es combatida desde el sistema y sobre todo en el actual escenario político con la derecha en el gobierno. Las contradicciones se han agudizado en el plano de nuestras demandas históricas, que son territorio y autonomía. La defensa de los intereses del empresariado es una cuestión que se ha hecho más evidente, lo que profundiza la persecución política hacia aquellos que luchamos por nuestro pueblo.
Desde el punto de vista de nuestra organización, el desafío es mayor en el marco de una fuerte embestida represiva. La persecución es hacia nuestra propuesta política, de alto contenido valórico y cultural en defensa de nuestros espacios sagrados, de nuestra madre tierra y de la biodiversidad con una perspectiva mapuche, la que entra en fuerte confrontación con el modelo neoliberal capitalista, destructivo y explotador. La lucha mapuche va a continuar, es un imperativo y una obligación de los sectores más consecuentes y comprometidos, y la CAM se inscribe en ese contexto.
Desde la prisión política la lucha también va a continuar: estará articulada con los procesos de movilización de las comunidades en orden a los planteamientos del movimiento mapuche autónomo. Esta lucha será en el plano básicamente jurídico y político, pero no descartamos nuevas huelgas de hambre y otras acciones”.
“La lucha continúa, no sólo desde nuestra realidad de presos políticos. También desde la movilización de las comunidades en conflicto y desde el proceso de acumulación de fuerzas que nos hemos propuesto las organizaciones en lucha.
La demanda territorial no está resuelta; por el contrario, es combatida desde el sistema y sobre todo en el actual escenario político con la derecha en el gobierno. Las contradicciones se han agudizado en el plano de nuestras demandas históricas, que son territorio y autonomía. La defensa de los intereses del empresariado es una cuestión que se ha hecho más evidente, lo que profundiza la persecución política hacia aquellos que luchamos por nuestro pueblo.
Desde el punto de vista de nuestra organización, el desafío es mayor en el marco de una fuerte embestida represiva. La persecución es hacia nuestra propuesta política, de alto contenido valórico y cultural en defensa de nuestros espacios sagrados, de nuestra madre tierra y de la biodiversidad con una perspectiva mapuche, la que entra en fuerte confrontación con el modelo neoliberal capitalista, destructivo y explotador. La lucha mapuche va a continuar, es un imperativo y una obligación de los sectores más consecuentes y comprometidos, y la CAM se inscribe en ese contexto.
Desde la prisión política la lucha también va a continuar: estará articulada con los procesos de movilización de las comunidades en orden a los planteamientos del movimiento mapuche autónomo. Esta lucha será en el plano básicamente jurídico y político, pero no descartamos nuevas huelgas de hambre y otras acciones”.
Diferencias en el movimiento mapuche
Entre la estrategia de la CAM y el resto del movimiento mapuche -disperso en numerosas organizaciones- parecen existir grandes diferencias. ¿La CAM tiene una propuesta para superarlas?
“Efectivamente existen diferencias, sobre todo con aquellas posiciones que persisten en actuar en la línea de las políticas del Estado opresor. Esto las hace funcionar sólo en los márgenes de la institucionalidad vigente. Entendemos que eso se debe en gran medida al acostumbramiento y al fuerte estado de dominación en que ha vivido nuestro pueblo. Pero también debe considerarse el componente de colonialismo ideológico, que ha cooptado a muchas expresiones políticas mapuches. Esta situación no es exclusiva de la dominación sino también de aquellas expresiones de alternativa que dicen presionar a favor de nuestra causa. En el fondo también representan intolerancia ideológica, política y sobre todo, cultural. En definitiva, son otras muestras de racismo y colonialismo que no responden a la realidad integral y profunda de nuestro mundo mapuche. Aún falta mucho por recorrer para comprender los planteamientos de aquellos que sostenemos una ideología y línea política fundada y reafirmada en nuestra particularidad cultural, religiosa y de cosmovisión mapuche.
Sin embargo, a pesar de la persistencia de esta realidad, también reconocemos ciertos avances de convergencia con algunas organizaciones mapuches que tienen ascendiente sobre comunidades movilizadas. Esto se ha dado en la práctica concreta, en la lucha, y en aspectos ideológicos. Nos encontramos reivindicando en conjunto, por ejemplo, la bandera, el idioma y territorialidad mapuche. Pero donde aún nos diferenciamos es en la búsqueda de soluciones políticas en el corto y mediano plazo. Esto lo consideramos trascendental, ya que la lucha mapuche de liberación es más estratégica y de largo plazo, haciendo necesario acumular fuerzas y ejercitar una práctica consecuente por la autonomía política que redunde en mayor fuerza en la plataforma de resistencia conjunta y en la instalación de bases para la liberación. Tal vez, en resumen, el elemento que más nos distancia es la práctica política.
Lo puntual es que nuestra expresión es concreta y de hecho nos ha situado a la vanguardia para enfrentar al sistema. Por eso el Estado nos declaró su enemigo: porque en los hechos hemos levantado propuestas que tienen cabida en la realidad mapuche. Es en función de nuestra propuesta de resistencia y control territorial -frente a las inversiones capitalistas nacionales y transnacionales- que el Estado arremete en contra de nuestro pueblo. Esta postura ha sido asumida también por organizaciones hermanas que nos han dado su respaldo político. De hecho, han declarado que también somos sus presos políticos. Desde la CAM siempre hemos planteado la unidad, pero desde y en la lucha. Una propuesta más programática deberemos hacerla en conjunto y lo haremos con aquellas organizaciones con las que confluyamos en la línea estratégica y en una práctica política de compromiso y consecuencia. Entendiendo, eso sí, los difíciles momentos por los que atravesamos actualmente. Estamos en evidente desventaja estratégica, lo que nos hace anteponer la necesidad de crear un bloque mayor de lucha mapuche”.
“Efectivamente existen diferencias, sobre todo con aquellas posiciones que persisten en actuar en la línea de las políticas del Estado opresor. Esto las hace funcionar sólo en los márgenes de la institucionalidad vigente. Entendemos que eso se debe en gran medida al acostumbramiento y al fuerte estado de dominación en que ha vivido nuestro pueblo. Pero también debe considerarse el componente de colonialismo ideológico, que ha cooptado a muchas expresiones políticas mapuches. Esta situación no es exclusiva de la dominación sino también de aquellas expresiones de alternativa que dicen presionar a favor de nuestra causa. En el fondo también representan intolerancia ideológica, política y sobre todo, cultural. En definitiva, son otras muestras de racismo y colonialismo que no responden a la realidad integral y profunda de nuestro mundo mapuche. Aún falta mucho por recorrer para comprender los planteamientos de aquellos que sostenemos una ideología y línea política fundada y reafirmada en nuestra particularidad cultural, religiosa y de cosmovisión mapuche.
Sin embargo, a pesar de la persistencia de esta realidad, también reconocemos ciertos avances de convergencia con algunas organizaciones mapuches que tienen ascendiente sobre comunidades movilizadas. Esto se ha dado en la práctica concreta, en la lucha, y en aspectos ideológicos. Nos encontramos reivindicando en conjunto, por ejemplo, la bandera, el idioma y territorialidad mapuche. Pero donde aún nos diferenciamos es en la búsqueda de soluciones políticas en el corto y mediano plazo. Esto lo consideramos trascendental, ya que la lucha mapuche de liberación es más estratégica y de largo plazo, haciendo necesario acumular fuerzas y ejercitar una práctica consecuente por la autonomía política que redunde en mayor fuerza en la plataforma de resistencia conjunta y en la instalación de bases para la liberación. Tal vez, en resumen, el elemento que más nos distancia es la práctica política.
Lo puntual es que nuestra expresión es concreta y de hecho nos ha situado a la vanguardia para enfrentar al sistema. Por eso el Estado nos declaró su enemigo: porque en los hechos hemos levantado propuestas que tienen cabida en la realidad mapuche. Es en función de nuestra propuesta de resistencia y control territorial -frente a las inversiones capitalistas nacionales y transnacionales- que el Estado arremete en contra de nuestro pueblo. Esta postura ha sido asumida también por organizaciones hermanas que nos han dado su respaldo político. De hecho, han declarado que también somos sus presos políticos. Desde la CAM siempre hemos planteado la unidad, pero desde y en la lucha. Una propuesta más programática deberemos hacerla en conjunto y lo haremos con aquellas organizaciones con las que confluyamos en la línea estratégica y en una práctica política de compromiso y consecuencia. Entendiendo, eso sí, los difíciles momentos por los que atravesamos actualmente. Estamos en evidente desventaja estratégica, lo que nos hace anteponer la necesidad de crear un bloque mayor de lucha mapuche”.
Apoyan a los estudiantes
¿Cómo aprecian el panorama político nacional? ¿Qué opinan de las movilizaciones estudiantiles, ecológicas y de damnificados por el terremoto? ¿Ayudan a la lucha mapuche?
“De partida la presencia de la derecha en el gobierno hace las cosas mucho más claras. El gobierno administra para los empresarios y punto. La Concertación siempre dijo que haría algo distinto pero terminó administrando muy bien el sistema capitalista, y allanó el camino para que la derecha volviera al gobierno a profundizar las desigualdades.
En cuanto a las movilizaciones, deben ser los actores de esos procesos quienes se pronuncien. Sólo diremos que los valoramos en tanto responden al estado de injusticia que se observa en todos los planos por la profundización del modelo neoliberal. Vaya para ellos, principalmente al estudiantado, todo nuestro respaldo y reconocimiento”.
¿Les interesa participar en la construcción de una alternativa de horizonte socialista, o esto es ajeno a la estrategia de la CAM?
“Estamos enfrascados en el posicionamiento de nuestra propuesta de liberación en el ámbito estrictamente mapuche, lo cual es un gran desafío histórico. Nuestro principal interés es ir consolidando un pensamiento político e ideológico propio, que no se ajusta a las clásicas definiciones de un mundo que de por sí nos es ajeno. Nuestro objetivo es reconstruir un tipo de sociedad -la nuestra- que es justa, humanitaria y sobre todo sana y protectora del medioambiente.
Por nuestras definiciones en contra del capitalismo nos sentimos más cercanos a las propuestas del ámbito socialista. Pero aún debemos hacernos comprender sobre lo que realmente nos representa y que nos garantice nuestra reconstrucción como Pueblo Nación”.
“De partida la presencia de la derecha en el gobierno hace las cosas mucho más claras. El gobierno administra para los empresarios y punto. La Concertación siempre dijo que haría algo distinto pero terminó administrando muy bien el sistema capitalista, y allanó el camino para que la derecha volviera al gobierno a profundizar las desigualdades.
En cuanto a las movilizaciones, deben ser los actores de esos procesos quienes se pronuncien. Sólo diremos que los valoramos en tanto responden al estado de injusticia que se observa en todos los planos por la profundización del modelo neoliberal. Vaya para ellos, principalmente al estudiantado, todo nuestro respaldo y reconocimiento”.
¿Les interesa participar en la construcción de una alternativa de horizonte socialista, o esto es ajeno a la estrategia de la CAM?
“Estamos enfrascados en el posicionamiento de nuestra propuesta de liberación en el ámbito estrictamente mapuche, lo cual es un gran desafío histórico. Nuestro principal interés es ir consolidando un pensamiento político e ideológico propio, que no se ajusta a las clásicas definiciones de un mundo que de por sí nos es ajeno. Nuestro objetivo es reconstruir un tipo de sociedad -la nuestra- que es justa, humanitaria y sobre todo sana y protectora del medioambiente.
Por nuestras definiciones en contra del capitalismo nos sentimos más cercanos a las propuestas del ámbito socialista. Pero aún debemos hacernos comprender sobre lo que realmente nos representa y que nos garantice nuestra reconstrucción como Pueblo Nación”.
Indígenas en América Latina
¿Qué análisis hacen de la presencia en Bolivia de un gobierno con fuerte participación indígena y de un gobernante nacionalista en Perú, también de raíz indígena, y con gran apoyo de la población de ese país?
“Con todo el respeto que nos merecen estos procesos, discrepamos un poco respecto de una eventual participación indígena en esas interesantes experiencias. Tenemos ciertas dudas de que el gobierno de Bolivia tenga una ascendencia indígena, ya que consideramos que la verdadera reivindicación de nuestros pueblos originarios es la reconstrucción de nuestras naciones. Por eso nos identificamos más con la postura que promueve la reconstrucción de la nación aymara y quechua y del reposicionamiento en tal sentido de los pueblos amazónicos, de acuerdo a sus propias realidades culturales y sociales.
Como mapuches autonomistas, nos reconocemos y reivindicamos para nuestros hermanos una sociedad comunitaria, de los ayllus del Tiawantinsuyo ancestral. Por ahora es importante reconstruir nuestras propias estructuras socio-económicas, políticas, culturales, religiosas y espirituales, para recomponer nuestro mundo y superar los traumas coloniales que devinieron con el poder de la dominación capitalista. Por lo anterior, no creemos en países que persisten en una afirmación de la uniformidad, venga de donde venga. Entiéndase que nuestras definiciones son en orden a defender nuestra causa, en ningún sentido queremos cuestionar en forma dura y cerrada procesos de búsqueda de justicia. Valoramos lo que hay que valorar y criticamos lo que no nos representa. Eso desde nuestra realidad”.
“Con todo el respeto que nos merecen estos procesos, discrepamos un poco respecto de una eventual participación indígena en esas interesantes experiencias. Tenemos ciertas dudas de que el gobierno de Bolivia tenga una ascendencia indígena, ya que consideramos que la verdadera reivindicación de nuestros pueblos originarios es la reconstrucción de nuestras naciones. Por eso nos identificamos más con la postura que promueve la reconstrucción de la nación aymara y quechua y del reposicionamiento en tal sentido de los pueblos amazónicos, de acuerdo a sus propias realidades culturales y sociales.
Como mapuches autonomistas, nos reconocemos y reivindicamos para nuestros hermanos una sociedad comunitaria, de los ayllus del Tiawantinsuyo ancestral. Por ahora es importante reconstruir nuestras propias estructuras socio-económicas, políticas, culturales, religiosas y espirituales, para recomponer nuestro mundo y superar los traumas coloniales que devinieron con el poder de la dominación capitalista. Por lo anterior, no creemos en países que persisten en una afirmación de la uniformidad, venga de donde venga. Entiéndase que nuestras definiciones son en orden a defender nuestra causa, en ningún sentido queremos cuestionar en forma dura y cerrada procesos de búsqueda de justicia. Valoramos lo que hay que valorar y criticamos lo que no nos representa. Eso desde nuestra realidad”.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 739, 5 de agosto, 2011
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